La mirada en el debate

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Es evidente la diferencia que existe entre la forma de hacer política que el MAS acostumbra llevar a cabo, con la que exteriorizan los partidos políticos que le son opositores. De ahí que me anime a asegurar que a la hora de las estrategias, pesará mucho cómo se visualiza la manera de llegar al electorado considerando peso específico, capacidad de gestión y billetera. Lo he dicho antes y lo reitero ahora: Evo no pudo haber tenido mejor vicepresidente que García Linera. La forma cómo se conduce a la hora de afrontar los problemas (en otras épocas, cualquier otro gobierno se hubiese caído) encararlos y solucionarlos, es realmente notable si nos damos cuenta que nada afecta la figura presidencial.  El embate los recibe la vicepresidencia, lo que ha propiciado de manera efectiva que el Presidente Morales constantemente esté en campaña. Subrayo ese pequeño gran detalle: Evo hace campaña política desde que asumió la presidencia. Que a unos no guste, a otros guste menos y a otros tantos les parezca fenomenal, es un asunto que no tiene trascendencia. Lo importante, a la hora de la reflexión, es que el binomio del MAS ha alcanzado una suerte de amalgama efectiva en términos electorales  y eficaz si miramos que las encuestas en muy pocas ocasiones reflejaron merma. En otras palabras, la gente ha asumido el escándalo político o la constatación de un hecho de corrupción, como parte de la cotidianidad, al punto que ya no se ruboriza, menos se alarma y peor critica o reclama en las calles en postura de protesta.

Tampoco le interesa confrontar, habida cuenta que su mirada está puesta en lo económico y en  las posibilidades reales de acceder y mantenerse en una línea de confort que es reticente a cuestionar lo que está pasando en el quehacer político. Importa más que las consecuencias de un acto surgido como factor punitivo, aprovechar la época de bonanza. Frente a estos hechos, el MAS se  preguntará ¿por qué debatir? y si hacerlo ¿sólo con uno o con todos?

Por el otro lado, la situación es diversa. Nunca hubo tal unidad. Primaron posturas personales y de grupo antes que una visión de país, lo que conducirá a que un ramillete de participantes sea causante de la segura dispersión del voto. Excepto contadas excepciones, la oferta de candidatos a la AL es repetitiva y pobre, tal como acontece en el otro bando,  con la diferencia que en la partida, rey y reina están de ese lado.

Ahora bien, no es menos cierto que las democracias se fortalecen cuando en época electoral los candidatos  confrontan ideas públicamente. No existe país civilizado en el que no sea común y en algunos casos, mandatorio, que los aspirantes a la Presidencia y Vicepresidencia de la República aparezcan en cadenas nacionales para controvertir  programas. Es más, para eso es que deben servir las cadenas de radio y tv, no para otra cosa. Bajo esa perspectiva, los candidatos para el 12 de octubre deben debatir sin importar el peso que puedan tener en la torta electoral, y hacerlo por un mínimo de consecuencia con un sistema de garantía de protección de derechos ciudadanos que nacieron con los postulados reformadores allá por 1789.

Por supuesto que a la luz de esa premisa, para algunos candidatos será vital tener ese espacio y para otros no. De pronto el que va puntero se consolida más con un papel descollante o no tiene un buen performance lo que podría significarle una merma. Lo cierto es que en este momento, como están las cosas, el más interesado a debatir tiene que ser Samuel. Su casi seguro segundo lugar lo obliga a buscar el  debate y si se da, a hacerlo muy bien, con el propósito de acercarse en procura de una segunda vuelta. La apuesta estará en ver si su principal contendiente acepta el reto, y el desafío común, en fortalecer la democracia con el debate como norte principal.

 

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