Modiano: la introspección francesa

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Humberto Montesinos

El Premio Nobel de Literatura es uno de los cinco premios específicamente señalados en el testamento del filántropo sueco Alfred Nobel. Según sus palabras, el premio debe entregarse anualmente “a quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal”. La institución encargada de seleccionar al ganador es la Academia Sueca (en sueco, SvenskaAkademien), y se concede el primer jueves de octubre de cada año.

Es un premio muy polémico debido a que se ha ignorado a autores que realizaron aportes significativos a las letras y reconocidos a nivel mundial. Algunos expertos señalan que grandes autores clásicos del siglo XX no recibieron el premio. Según David Remnick, director de la revista The New Yorker, escritores como Marcel Proust, James Joyce o Vladimir Nabokov debieron alzarse con el galardón. Críticos literarios como Emmanuel Carballo y Sergio Nudelstejer añaden a esta lista a Franz Kafka o a Jorge Luis Borges. Adolfo Castañón incluye también a Julio Cortázar. El escritor y crítico NoeJitrik mencionó en ensayos periodísticos a Augusto Roa Bastos. KjellEspmark, miembro de la Academia sueca, en su libro El Premio Nobel de Literatura. Cien años con la misión repasa algunas de las omisiones más graves en la concesión del Nobel como fueron LievTolstói, Émile Zola, HenrikIbsen o Paul Valéry, por mencionar sólo algunos.

En este año Francia, potencia literaria, tiene el gran orgullo por haber recibido el Nobel de Literatura al escritor francés Patrick Modiano, nacido en Boulogne-Billancourt, la periferia de París. A sus 69 años de edad, el autor entra a formar parte de una larga y prestigiosa lista de quince premios nobel franceses que incluye desde Jean-Marie Gustave Le Clézio (2008), Claude Simon (1985), Jean-Paul Sartre (1964, quien lo rechazó), Albert Camus (1957), François Mauriac (1952) y André Gide (1947).

Patrick Modiano no parecía estar sin embargo particularmente orgulloso ni convencido de merecer la distinción de la Academia Sueca, pasando por delante de otros nombres prestigiosos como el japonés HarukiMurakami, la bielorrusa Svetlana Alexievich, el sirio Adonis o el keniano NgugiwaThiong’o.

O quizá estuvo a la altura de su reputación: ‘1 metro 90 de modestia y candor’.

Sí, Modiano es alto, discreto, tímido, poco amigo de los títulos (rechazó entrar a la Academia Francesa) y las cámaras. Su editor, AntoineGallimard, subrayó que el autor había utilizado palabras muy sencillas para responder, quizá como nunca antes lo había hecho un Nobel.

La entrevista que dio en directo al noticiero de la televisión pública francesa, pasadas las ocho de la noche, suscitó una escena cómica y embarazosa, ya que el periodista se vio obligado a completar las frases del nuevo escritor más famoso del mundo.

No es exagerado decir que la gran mayoría de los franceses ha leído al menos un Modiano en su vida.

Ninguna sorpresa, sin embargo, para los millones de admiradores del autor que ha publicado 28 libros y ha ganado los más prestigiosos premios literarios franceses, entre otros, el Gran Premio de novela de la Academia Francesa (1972) por Les Boulevards de Ceinture (Los bulevares periféricos), el prestigioso Goncourt (1978) por Rue des boutiques obscures (Calle de las tiendas oscuras) a los 33 años y el Gran Premio Nacional de las letras por el conjunto de su obra (1996), traducida a 36 idiomas.

Francia entera sabe desde hace años que la expresión oral no es el mayor talento del hombre que acaba de ganar ocho millones de coronas suecas (878.000 euros, 1,1 millones de dólares) por su obra literaria.

Modiano trastabilla, no va al grano ni termina las frases. Las primeras palabras que pronunció el nobel de literatura francés 2014 ante los periodistas en la editorial Gallimard el jueves fueron: “Ehhh… sí… es decir… que… pero… es un poco… ehhh…”.

Al final terminó contando que la persona que le anunció el premio fue su hija y que sintió una especie de “desdoblamiento”, como si el ganador fuera otro. Esto también es típico del mundo literario del autor de La Place de l’Etoile (El lugar de la estrella), la primera novela que publicó con escasos 22 años y que constituyó, como explicó más adelante, su “verdadero nacimiento”.

Una infancia solitaria

Una atmósfera rara, confusa y angustiante habita sus libros. Los personajes y las situaciones en sus obras nunca son blancas ni negras sino grises; ni racionales ni absurdas, en la frontera entre dos mundos.

“En la obra de Modiano hay una búsqueda perpetua de los orígenes familiares, de las identidades turbias, una investigación del pasado que no pasa. Es un escritor que tortura la memoria para resucitar recuerdos borrosos, emociones vagas”, escribió el crítico Bruno Corty en Le Figaro.

Alberto Modiano, su padre, era un judío italiano vinculado a la policía secreta nazi (Gestapo), durante la época de la ocupación alemana en Francia, quien se dedicó durante la Segunda Guerra Mundial a ganar dinero en el mercado negro. A los 17 años, Modiano decide romper por completo con él.

Es una infancia solitaria en medio de abuelos, niñeras, internados e instituciones católicas, sin el amor de sus padres, que no se ocupan realmente de él. A su madre la describirá como una “chica bonita de corazón seco”. También dirá con sarcasmo que su madre tenía el corazón tan seco que su perrito, desesperado ante tanta indiferencia, se suicidó arrojándose por la ventana.

Su único bastón es su hermano menor, Rudy. Pero este muere a los once años de una leucemia. Modiano dedicará sus primeros libros a ese hermano fallecido prematuramente con quien deambulaba por París en unas largas escapadas que ocuparán luego numerosas páginas de su literatura.

La capital está muy presente en su obra pero no de manera alusiva o abstracta, sino con el nombre y el número exacto de la calle donde ocurren las historias. El universo de Modiano gira en torno a esa ciudad, sobre todo a uno de los más grandes traumas de la historia contemporánea de Francia: la colaboración con el ocupante alemán.

El año 1945 es una de sus fuentes de inspiración. “Muchos amigos que no conocí desaparecieron en 1945, el año de mi nacimiento”, escribirá en 1997 en su novela Dora Bruder, una investigación sobre una joven judía desaparecida en el París de la ocupación. También dirá que él es “una planta que nació en el estiércol de la ocupación”. La culpa, la memoria y el sufrimiento de Francia en esos años habitan buena parte de su obra. “He tenido siempre el sentimiento de que mi naturaleza profunda era la facultad de ser feliz, pero que la misma siempre había sido desviada, a lo largo de toda mi vida, por circunstancias exteriores. Nací por casualidad en 1945, lo cual me dio un origen turbio y me privó de un entorno familiar”.

Nostalgia de la interioridad

El lector no está, sin embargo, obligado a conocer París ni tampoco el contexto de la época histórica para dejarse conquistar por el universo literario de Modiano. La magia está en dejarse arrastrar por la musicalidad de la prosa hasta los lugares de la ausencia, que son comunes a todos los seres humanos, en cualquier parte del mundo. Esa poesía que se desprende cuando el joven autor tiene que reinventarse un París sin su hermano fallecido.

Algunos críticos llamarán a esto la “nostalgia de la interioridad”. El propio Modiano describe así ese proceso: “Basta cerrar los ojos y el paisaje interior se vuelve intemporal”.

De ahí quizá que la Academia Sueca haya calificado a Modiano como un “Proust de nuestro tiempo” por su capacidad para “mirar atrás”. Él mismo, sin embargo, dice sentirse atraído por su época y afirma conocer casi todos los casos policiales de 1920 hasta la fecha. “Si se hiciese una radiografía de mis novelas, se vería que contienen pedazos enteros del caso Profumo o del asunto Christine Keeler o del secuestro del hijo de Peugeot”, sostiene.

Un gusto por lo real que se acompaña de un total rechazo a la introspección. Modiano no escribe para hablar de él mismo ni tratar de comprenderse, sino para dar cuenta de su época, describirla, si bien a primera vista parece que el tema fuera el pasado.

“No tengo nada que confesar, nada que aclarar y no me gusta la introspección o el examen de conciencia. Al contrario, cuanto más permanecen oscuras y misteriosas las cosas, más me interesan. He intentado incluso hallar misterio donde no lo había”, dijo.

Se ha dicho que en su infancia está la clave de toda su obra. Él reconoce que puede ser así pero no es por una especie de nostalgia de la infancia. Es más por las cosas que ha observado y que le impresionaron durante aquel tiempo. Hay una clase de atención especial, que hace que las cosas le impresionen fuertemente a cualquier persona, cuando  eres un niño. Además, ese período lo reconoce como triste. “Sé que hay niños felices, pero mi infancia fue triste” dice.

En ‘Pedigrí’, una suerte de autobiografía, habla de esa época y sobre todo de sus padres. Es cuando él menciona que todo es real. Es una autobiografía especial. “Quería hablar de cosas que me hicieron daño y que me resultaban extrañas. En otras autobiografías se habla de cosas íntimas con las que uno está de acuerdo, con las que te reconoces. Yo, por el contrario, quería liberarme de cosas que me hicieron daño” confiesa.

Modiano no vive retirado del mundo ni forma parte de los artistas reputados por hablar solo de ellos mismos (‘ombliguistas’) como lo demuestran sus diversos trabajos para el cine. En 1974 escribió junto al cineasta Louis Malle el guion de la película LacombeLucien, que cuenta la historia de un adolescente en la Francia de 1944, que fue un éxito de taquilla.

Es autor de otros guiones, así como de un ensayo junto a Catherine Deneuve sobre la hermana prematuramente desaparecida de la actriz, Françoise Dorléac. También fue jurado en 2000 del festival de Cannes. Una de sus hijas, Zina, es directora de cine, mientras que la otra, Marine, es cantante y escritora. Modiano también es autor de canciones como Etonnez-moiBenoît, interpretada por Françoise Hardy.

La auténtica y única pasión es, sin embargo, la literatura. Su estilo sobrio y claro ha hecho de él un escritor accesible, apreciado por el gran público y también por los críticos literarios. No es exagerado decir que la gran mayoría de los franceses ha leído al menos un Modiano en su vida. Su último libro, Pour que tu ne te perdspasdans le quartier (Para que no te pierdas en el barrio), publicado el pasado 2 de octubre, se convirtió en un éxito de librería antes del anuncio del Nobel.

“Es emocionante tener lectores. Es maravilloso, uno tiene la impresión de que puede comunicar”, ha dicho Modiano. El oficio mismo, sin embargo, es penoso. Imposible para él consagrar entre 8 y 12 horas diarias a la escritura, como hacen los jóvenes autores. Modiano no pasa más de dos horas, buena parte de ellas con una especie de bisturí en la mano: “Para escribir hay que hacer cortes de raíz como si uno fuera un cirujano. Hay que tener la suficiente sangre fría con el propio texto como para corregir, suprimir, aligerar. En ocasiones basta con sacar una o dos palabras en una página para que todo cambie”.

Un trabajo solitario, a menudo ingrato, pero sin el que la vida de Modiano no tendría sentido: “Si no tuviera la literatura no sé qué haría”.

Dos grandes que rechazaron el premio

A lo largo de la historia se han dado casos que escritores de talla no hayan sido nominados al premio pero apenas dos lo han rechazado por cuestiones de identidad filosófica y política. Borís Leonídovich Pasternak en 1958 (bajo una intensa presión del Gobierno soviético) y Jean-Paul Sartre en 1964 (alegando que su aceptación implicaría perder su identidad de filósofo).

Premios nobel  de habla hispana

Once de los autores galardonados de habla hispana son: los españoles José Echegaray (1904), Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956), Vicente Aleixandre (1977) y Camilo José Cela (1989); los chilenos Gabriela Mistral (1945) y Pablo Neruda (1971); el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1967); el colombiano Gabriel García Márquez (1982); el mexicano Octavio Paz (1990) y el peruano-español Mario Vargas Llosa (2010).

Su obra en español

En Bolivia no se encuentra una sola obra del nuevo premio Nobel. La mayoría han sido publicadas por Anagrama, que las edita para España y Latinoamérica. Lo publicado, se trata de: “Pedigrí”, aparecida en 2007; “En el café de la juventud perdida” (2008); “Calle de las tiendas oscuras” (2009); “Villa Triste” (2009); “El horizonte” (2010); “Trilogía de la ocupación” (2012), -formada por “El lugar de la estrella”, “La ronda nocturna” y “Los paseos de circunvalación”-, y “La hierba de las noches” (2014). A comienzos de 2015 llegará a las librerías “Accidente nocturno” y en una fecha indeterminada “Libro de familia” y “Pour que tu ne te perdes pas dans le quartier” (“Para que no te pierdas en el barrio”). Otra de las obras de Modiano, “Dora Bruder”, publicada en Francia en 1997, fue editada por Seix Barral en 2009. Y la editorial El Aleph sacó en 2012 un volumen que reunía “Primavera de perros” y “Flores de ruina”. Literatura traducida al castellano de un autor que, sin embargo, se prodiga poco a la hora de presentar sus obras fuera de Francia y que, por ejemplo, nunca ha visitado a España para acompañar la publicación de sus novelas, mucho menos América latina.

 

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