Pedaleando por encima de las nubes Yolosa La Cumbre – YLC

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La competencia ciclística más dura del mundo

El año 2003, National Geographic transmitió un documental de dos ciclistas, uno de down hill y el otro de montaña, llevando a cabo un reto: subir en bicicleta a más de 4000 mts en un solo dia en menos de 100 Km, el reto era Yolosa – Chacaltaya. El año 2005 organizado por el grupo de ciclistas Los Huanca, se realizó el primer asenso, denominado Yolosa – La Cumbre. En la competencia participaron 19 ciclistas y llegaron a la meta apenas ocho. Posteriormente, los siguientes cinco años se realizó la prueba a la que se fueron uniendo más atletas. De esta manera se dio origen a lo que hoy se conoce como” Ascenso al Cielo por el Camino de la Muerte Yolosa la Cumbre”, organizado por Los Huanca.
El recorrido empieza en Yolosa (1200 msnm) a las 6 de la mañana, ascendiendo por el camino de la muerte, pasando por el parque Cotapata, una de las reservas ecologicas mas bellas de Bolivia. En los primeros 28 kms, el camino de tierra llega a tener desniveles del 12%, y en casos de lluvias, la sensacion de esfuerzo aumenta para los ciclistas.

Luego continúan 35 km sobre una vía de asfalto con un gradiente de 7% desde Chuspipata hasta La Cumbre, pasando por Unduavi, Pongo, La Rinconada y la tan ansiada Cumbre. Durante el recorrido el clima puede variar entre lluvia, niebla, granizo, nieve, viento y más lluvia. Pero además, existe otro componente, que a medida se avanza la imponente cordillera hace sentir su territorio y los efectos de la altura se van asentuando en las piernas, sin que este factor signifique una barrera para continuar y llegar a la meta a 4.657 msnm.

El denominado grupo de elite realiza el ascenso en La competencia ciclística más dura del mundo Pedaleando por encima de las nubes YOLOSA LA CUMBRE – YLC menos de cuatro horas y existen competidores que con la meta fijada de “hacer cumbre” están encima de una bicicleta 11 horas, con un solo pensamiento: “ganarle a la montaña”. Jorge Antonio Moreira, competidor y organizador de la carrera nos relata la experiencia de luchar contra en esta competitiva prueba. “Para muchos suena una locura pensar hacer un acenso en bicicleta de más de 3.400 metros en tan solo 63 kilómetros, pero nosotros decimos que los atletas que quieren probar el vértigo son los que hacen el descenso; los verdaderos guerreros son los que vencen La Cumbre. Cuando uno entra por primera vez a la competencia, la mente empieza a jugar con uno, imaginándose todo tipo de situaciones desde llegar primero, hasta abandonar a los 10 kilómetros. La adrenalina se la empieza a sentir semanas antes y va en acenso hasta el momento de la largada, la noche anterior no se puede dormir y para matar el tiempo uno revisa y revisa su bicicleta, contando los segundos para el gran examen”.
“Una vez ya en el punto de largada la inexperiencia te lleva a querer pelear la punta, sin pensar en todo lo que viene por adelante. En la ruta uno procura distraerse entre el paisaje y cada competidor que te pasa en un impulso más para seguir pedaleando. En las curvas antes de llegar a Chuspipata (primer punto de cronometraje) empieza la lucha interna entre ya no puedo y debo llegar”.

Al entrar al asfalto no solo cambia el suelo y el paisaje.  Cambia el clima, el viento te va frenando mientras asciendes, el frio perforando tus pulmones y en la mayoría de los casos llueve y nieva. Pero tú sabes que estas más cerca de cumplir tu meta; ya no es importante el lugar en que te ubicas porque sabes que has ganado con solo cruzar la meta. Después, conservas durante meses una sonrisa en el rostro recordando tu victoria y contando los días para nuevamente ir a retar a la montaña”.
Manfred Aguirre, era un ciclista ocasional de fin de semana, participaba en los paseos organizados por los Huanca, grupo precursor del ciclismo “Amateur” en Bolivia. En este grupo,como él los denomina, ¡fuertes, aguerridos y admirables! pedaleó por la Ecovía Las Nubes, Copacabana, Taraco, Sorata, la media vuelta al Illimani, y su preferida (sufrida como ninguna) la Ecovía de los Yungas. “Era como salir con titanes, acababa muerto pero con la satisfacción de haberme codeado con los capos”. Cuando habla de la prueba Yolosa – La Cumbre, dice que se le hacía “ridículo pensar en atreverme siquiera decir ¡No! Eso era para locos, imaginarme tremendo sufrimiento me daba escalofríos.

“Mirtha Muñoz es el nombre de la culpable, la matriarca de los Huanca, me decía que “si yo puedo con mis 63 años encima (hoy tiene 70 años y sigue compitiendo), ¿cómo no vas a poder tú? A mis 47 años me anime; es como meter el dedo gordo del pie al agua fría, pagué la inscripción para la Séptima Versión YLC denominada ´El Ascenso al Cielo por el Camino de la Muerte´ con 186 inscritos. Recuerdo fue un sábado 27 de octubre de 2012, la fecha que marcó un antes y un después en mi vida”.
“Entrené seis meses, gimnasio, salidas largas, uno empieza a sentir los progresos, mejoras tus tiempos, llegas más entero a casa, tu ropa empieza a quedar holgada, etc. te sientes orgulloso de ti mismo. Los consejos de los expertos te vienen bien, aunque la información llega en tal cantidad que te sientes confundido, tienes que llevar agua, geles, sándwiches, mate de coca, ropa de recambio abrigada, herramienta, repuestos, el clima es muy caprichoso te hará calor, luego la neblina densa y el viento frío.

¿Lloverá? ¿Nevará? Llegas a Chuspipata y te cambias, vas a necesitar auxilio para el tramo de asfalto, el tramo de tierra es terrible, ¿o no tanto? La ´Falsa Cumbre´ te desbarata la voluntad. En fin, te animan y te amedrentan por igual”.

“El gran día empieza con el correteo muy temprano. Todos quieren usar el baño, otros desayunan y te encuentras envuelto en una espiral de acontecimientos tan rápidos que de repente estás en el punto de partida esperando tu turno. Tu corazón late aceleradamente y ni siquiera has empezado, escuchas la cuenta regresiva, diez, nueve, ocho… y entonces empiezan las interrogantes: ¿a qué diablos me metí? Ha pasado una hora y te duelen los músculos y recién has avanzado alrededor de seis kilómetros. El paisaje, el mundialmente famoso “Camino de la Muerte” de subida y a esa velocidad es impresionante, es hermoso, exuberante; la humedad, el olor, la extensa gama de verdes, todo te agobia, te encanta, te absorbe, te golpea. ¡Te dice que estas vivo!

“Subes y subes y subes, pedaleas rápido, pedaleas lento, no encuentras un ritmo cómodo, te hace calor, paras, descansas, tomas líquido, geles de hidratación, te ofrecen de todo, aceptas, no aceptas; cansancio, fatiga y llega la tercera interrogante: ¿cuándo aparece Chuspipata? No aparece nunca, la tipica, preguntas y los capos te dicen a la vueltita, ¿a la vueltita de dónde? A duras penas llegas a Chuspipata, en mi caso duró cuatro horas y media, y lo único que piensas es abandonar la competencia. Entonces ves a tu familia, gritando como locos y saltando, alentándote como si fueras el único competidor o el primero (pura imaginación). De repente eres el centro de la atención; fotos, aplausos, vivas, y sientes que te invade una repentina oleada de energía (breve por cierto) y te repites a ti mismo: ´Yo puedo´”.

“Paro y me cambio  completamente de ropa, bien abrigado y comido (error de principiante) retomas el desafío con renovadas fuerzas. Estás en la mitad del desafió. Tu familia, ahora auxilio, se adelanta a distancia prudente para monitorear y responder a cualquier necesidad que se presente. Hace frio y la neblina es leve. El tramo de asfalto hasta Unduavi es, digámoslo así: ´esperanzadoramente pedaleable´, agarras un buen ritmo y te llenas de la falsa ilusión de que será así de ´fácil´ hasta La Cumbre. En Unduavi paramos porque -en la jerga ciclista mi condición se podía describir con la palabra ´fundido sople culata´- no tenía más reservas de energía y habiendo recorrido alrededor de 42 kilómetros, empezaron los temidos calambres (son unos aliens en tus piernas). No contento con ello, el destino (a estas alturas, tu enemigo) pone en tu camino un nuevo obstáculo: empieza a llover profusamente. Nueva interrogante: ¿´llegare´?”

Ahora entra en juego un nuevo participante: la mente.

“Faltan 21 kilómetros y la pendiente se torna constante y pronunciada, las paradas se vuelven frecuentes, intentando encontrar en cada una, un ´algo mágico´ que te ayude a seguir; han pasado seis horas y me niego a aceptar que al ritmo que voy tendré que pedalear otras cuatro horas más. Alejo esa idea de mi cabeza. Mirtha aparece en el escenario, como un nuevo castigo a mi insuficiente preparación, me pasa y con su dulce pero firme voz me dice ´dale que tú puedes hijito´. No sé si me dolía más el físico o el ego en ese momento. Una nueva interrogante: ¿qué hice mal?” “Literal, pedaleaba un kilometro y paraba, otro kilometro y paraba, los calambres y la fatiga se adueñaron de mi cuerpo. Otra interrogante: ¿podría empeorar? ¡Claro! Y ahora lo que faltaba, empezó a granizar. Los últimos seis kilómetros, habían transcurridocasi nueve horas y los calambres eran tan intensos que no podía ni bajarme de la bici, recibí masajes en los muslos y piernas, continué pedaleando muy cerca de La Cumbre y se perfilaba en el horizonte la última curva. Entonces, uno sonríe y dice: ´La logré´, tomas la curva y entre nubes te percatas que lo que acabas de pasar es la mentada “Falsa Cumbre” ¡había sido real! y logras distinguir arriba y lejos la verdadera La Cumbre, logras apreciar la cruz que domina el majestuoso cañadón andino hacia Los Yungas y sientes tal frustración que dices: ´hasta aquí llegué´”.

“Los carteles de los auspiciadores te anuncian la tan añorada Meta a unos cien metros y algunos fotógrafos y amigos van a tu encuentro. Sentí una emoción de tal magnitud que pasé la meta y me puse a llorar, abracé a los míos y recibí la medalla de “Finisher”. Era tan grande mi alegría que la suave nevada que había empezado pasó desapercibida. Llegué a las 16:30, con un tiempo total de 10:05 horas en el puesto 90 de la general. Jurando no hacerla nunca más”.

“Pero falté a mi juramento, participé en las siguientes versiones como ciclista y organizador, mejorando cada vez más, entrenando metódicamente y el año pasado en la versión Décima Tercera logré un tiempo de 5 horas 38 minutos, haciéndome del tercer puesto en mi categoría y la enorme satisfacción de subir por primera vez al podio. Ahora soy un ciclista amateur. Hoy la YLC, es famosa en todo el mundo y el mayor reto para los ciclistas de montaña. Se hacen reportajes especiales en distintas cadenas del mundo y los competidores extranjeros se han convertido en los mejores embajadores, transmitiendo que en La Paz – Bolivia existe un grupo de locos que cada año desafían y vencen a las montañas”.

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