Economías gigantes en horas bajas

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Los datos de 2014 no presentan un panorama muy halagüeño para los emergentes

La puesta en marcha del Banco de Desarrollo de los BRICS deja patente la fortaleza económica de estas cinco economías, llamadas a superar en pocos años a las economías consideradas hoy más industrializadas. De hecho, el PIB agregado de los BRICS hoy es mayor que el de las 44 naciones que firmaron los acuerdos de Bretton Woods y entre todos acumulan un 56% del crecimiento económico generado en los últimos años, según sus propias estadísticas. Pero la diferencia dentro del grupo es enorme. “Solo China supone una vez y media el PIB de los otro cuatro países juntos”, recuerda Jim O’Neill, el economista que inventó las siglas en 2001. Cierto es que China es la segunda economía del mundo, pero Brasil es la séptima, India la décima y Rusia ocupa el puesto número 11.

Sin embargo, los datos de 2014 no presentan un panorama muy halagüeño para las economías de los BRIC. Según los cálculos de William Jackson, economista de mercados emergentes de Capital Economics, las economías emergentes han crecido a un ritmo ligeramente por encima del 4,5% en la primera mitad del año “y el crecimiento en las grandes economías BRIC sigue siendo decepcionante según los estándares del pasado”, apunta.

La crisis de Ucrania ha provocado la vuelta de Rusia a los números rojos en este segundo trimestre, con el consiguiente impacto en toda la región de la antigua Europa del Este. Brasil avanza hacia un escenario de estancamiento económico, inflación al alza y la vuelta del déficit en la balanza por cuenta corriente. Las protestas mineras en Sudáfrica y la inestabilidad cambiaria han rebajado las perspectivas de crecimiento del país para este ejercicio. La llegada del nacionalista Narendra Modi al Gobierno de India ha generado grandes expectativas entre los inversores extranjeros, unas esperanzas aún sin concretar en su primer presupuesto. Y aunque China mantiene ritmos de crecimiento superiores al 7% el temor a un aterrizaje abrupto o el estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera aún no se ha disipado. Un escenario poco favorable para la constitución de un banco de desarrollo pero que, sin embargo, se vería muy beneficiado de una rápida puesta en marcha de los planes de financiación.