Dilma Rousseff trata de sortear la corrupción en su Gobierno

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Escándalos de corrupción dejan a la presidenta Rousseff al borde de un estrago político.

Historias sórdidas e increíbles de corrupción se disparan en dos de nuestros  más importantes vecinos: Brasil y la emérita Argentina. Más al extremo suroeste la insólita historia de Petrobras, emblemática estatal del petróleo brasileña que aseguraba hace poco menos de dos años que en 2018 ubicaría a su país en la condición expectante entre los principales productores de gas del planeta. Gastó miles de millones para encontrar la matriz energética, pero gran parte de las millonarias inversiones para tal objetivo fueron a cuentas privadas de exejecutivos de la compañía (hoy presos o fugitivos de la justicia) y pagó onerosas comisiones (3%) que engordaron las arcas del Partido de los Trabajadores (PT) para financiar sus campañas y la reelección de la actual presidenta Dilma Rousseff.

Hoy la situación del PT y de la jefa de Estado penden de un hilo. Ya se comienza a hablar de un “impeachement” para removerla del cargo como en los años 90, cuando por menores  hechos de corrupción, el Congreso votó por la revocatoria del mandato constitucional del expresidente Fernando Collor de Mello.

En los esfuerzos por vencer la contra corriente que se precipita, la presidenta Rousseff buscó su última tabla de salvación en Aldemir Bendine que fue nominado como presidente de Petrobras.

Muchos brasileños piensan que la reacción tardía no frenará el descalabro, pero al menos, aparentemente, la presencia de Bendine ha calmado el vendaval político. Aldemir Bendine, presidente del Banco de Brasil desde 2009, construyó una carrera sólida en la institución, donde trabajó a lo largo de 37 años, con muy buenos resultados.

Bendine asume la estatal en uno de los peores escenarios imaginados para la empresa. Las acciones de Petrobras se derrumbaron, varios ejecutivos “prestigiosos” han sido detenidos y decidieron contar detalles sobre los millonarios fraudes que avalaron los lucros de Petrobras. Además, la prensa brasileña asegura que los juicios en curso pueden  generar multas billonarias, situación que aumentaría los problemas de la estatal del petróleo brasileña. La expresidente de Petrobras Graça Foster, amiga personal de Rousseff dejó el cargo en medio de denuncias de corrupción e incertezas sobre los reales perjuicios provocados a la empresa por la injerencia política y partidista. La gestión de Foster acumuló pérdidas de R$ 225.000 millones (unos US $85.000 millones).

Frente a ese escenario, el nuevo presidente recibió garantías de que tendrá autonomía de gestión imponiendo su estilo. Sin embargo, ya se comenta que los desafíos de Bendine son muy complicados. Las inversiones mal planificadas de refinerías en lugares que no contaban con estudios ni garantías son apenas una parte minúscula de los problemas. Además, se dice que a corto plazo la nueva administración deberá iniciar un diagnóstico preciso y honesto sobre el tamaño de los estragos causados por la corrupción en los últimos años.

Hace poco más de un mes Graça Foster se compró gratuitamente una pelea con el Planalto al divulgar el balance de resultados de Petrobras por R$ 88.600 millones (unos US $32.000 millones) considerados en las cuentas de la empresa, destacando sin embargo que los números no habían sido auditados y no incluían los valores desviados por gestores políticos del PT que cobraban jugosas propinas a cambio de nuevos contratos. En ese mismo balance Foster afirmó que la estatal llegó a valor de R$ 4.000 millones de pérdidas (unos US $1.500 millones).

La hoja de vida del nuevo presidente de Petrobras es la tabla de salvación para Dilma

Los pergaminos de Aldemir Bendine Cuando comandaba el Banco Central de Brasil (BCB) desde abril de 2009, el volumen de financiamientos se duplicó de R$ 320.700 millones (unos US $114.500) a R$ 692.900 millones (unos US $247.500 millones), el total de activos salto de R$ 708.000 millones (unos US $282.500) a R$ 1,3 trillones (cerca de US $470.000 millones). Hace dos años Bendine innovó y comandó la mayor apertura de capital del mundo. Ese espíritu renovador es el que deberá sacar a Petrobras de la peor crisis de su historia.