Las lecciones de empoderamiento de Christiane Lagarde

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“No me despierto por la mañana pensando ‘soy un modelo a seguir'”, sostiene la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, a quien la revista Forbes definió como la tercera mujer más poderosa del mundo. Sin embargo, esta francesa de 73 años carga con varios hitos en su espalda: fue la primera mujer en dirigir el prestigioso equipo de abogados Baker & McKenzie, fue la primera ministra de Economía y Finanzas de Francia, y también fue la primera directora general mujer del Fondo Monetario.

En una entrevista con la edición italiana de la revista Elle, Lagarde se refirió a los posibles efectos negativos del movimiento feminista #MeToo, contó cómo ejercita sus glúteos y hasta se animó a hablar sobre la muerte de su padre. “Antes de su muerte yo era una chica muy independiente, pero su pérdida reforzó mi sentimiento de autonomía, especialmente porque tenía tres hermanos menores”, confesó.

 

¿Es consciente de lo que representa para las mujeres? No me despierto por la mañana pensando “soy un modelo a seguir”, pero me sorprende cada vez que me detienen mujeres de todas las edades y nacionalidades que me dicen: ella encarna algo en que algún día podré convertirme, o algo que un día podrán alcanzar mis hijas.

Usted asegura que la figura del compañero es muy importante para el éxito de una mujer. ¿Significa que una mujer sin pareja tiene menos posibilidades de ser exitosa? Estoy convencida de que para tener éxito, tanto en la vida profesional como en la personal, es necesario tener una cierta autoestima, y ??creo que la confianza en una misma proviene del amor, el apoyo, el afecto e incluso la ternura. El apoyo necesario puede provenir del cónyuge, pero también de un entorno familiar particular o de un círculo de amigos.

 

Perdió a su padre cuando era niña, luego se fue a los Estados Unidos. ¿Está su sed de éxito quizá vinculada a esa tragedia? La muerte de un padre cava un profundo surco, del cual es necesario salir para reconstruir. Incluso antes de su muerte yo era una chica muy independiente, pero su pérdida reforzó mi sentimiento de autonomía, especialmente porque tenía tres hermanos menores. Desde el punto de vista psicoanalítico, muchos tendrían que objetar mi decisión de irme. Mi padre era profesor de literatura inglesa, pero yo hablaba muy mal el inglés. Tuve que hacer una especie de viaje hacia él. En cualquier caso, esta experiencia en el extranjero ha revolucionado completamente mi vida.

¿Qué piensa de #MeToo? Ha sido fundamental, pero hay otros tipos de violencia, especialmente matrimoniales, de los que aún no se habla lo suficiente, aunque están profundamente arraigados en la sociedad, en todos los entornos y en todos los países. Y cada vez que viajo, me doy cuenta cada vez más.

 

¿Cree que el movimiento también puede tener un efecto negativo? Lo que más temo es que pueda volver para atormentarnos, y que el mensaje subliminal sea: evitemos contratar a una mujer porque nos crearía problemas. En Estados Unidos ya lo percibo bastante claro. Por esta razón, es de fundamental importancia que las mujeres ocupen funciones directivas.

 

¿Es verdad que aprovecha los viajes en el ascensor para ejercitar sus glúteos? Por supuesto, en el ascensor y también durante las reuniones. Especialmente cuando son infinitas. Apoyo la espalda contra la silla y contraigo mis músculos. Si me dicen algo, les explico que me estoy preparando para ir a esquiar.

 

¿Qué consejo les daría a las mujeres jóvenes que buscan el éxito? Les diría que nunca abandonen sus ambiciones, que sigan soñando y, sobre todo, que encuentren aliados, que no necesariamente tienen que ser mujeres. Trabajé con hombres que me dieron un apoyo precioso. La formación de alianzas es de fundamental importancia en el mundo del trabajo. En este sentido los estadounidenses están a la vanguardia. Lo entendí poco a poco. Los años que pasé en los Estados Unidos, cuando aún era una estudiante, me hicieron crecer naturalmente dentro de una red: estaba en un país extranjero, con un idioma diferente al mío, en una familia que no conocía, en una universidad. Fuera de casa, con camaradas de todo el mundo. Luego me uní a Baker & McKenzie, un estudio con 3.000 abogados trabajando juntos.

 

¿Salir de la zona de confort es un paso obligatorio para crecer profesionalmente? Sí. Debemos arriesgarnos, de lo contrario nos quedamos en una fase de estancamiento.

 

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