Mauricio Macri, Cambiemos, rumbo

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Las ideas fundamentales de Mauricio Macri son gaseosas: prefiere el diálogo a la confrontación, es un negociador nato, tiene gran talento para elegir a su equipo y privilegia los resultados de sus acciones.  Las elecciones en la República Argentina nunca repercutieron tanto en otras latitudes como ahora, quizá por la forma como el Gobierno saliente peleaba su continuidad, que había cruzado la inimaginable temporalidad de 12 años. Las elecciones eran incómodas porque además entraba en juego la permanencia de un modelo que dominó casi al mismo tiempo en otros países latinoamericanos. Pocos semanas antes de las elecciones argentinas Lula da Silva se acercó a apoyar la campaña de Daniel Scioli y hasta el presidente Morales se constituyó en su quinta en las afueras de Buenos Aires a jugar un partido de fútbol con él. Está claro entonces el nivel de la disputa en juego. Pero la derrota en el segundo turno del oficialista Frente por la Victoria, derivó en conjeturas por ahora solo especulativas sobre las relaciones del futuro gobierno argentino con los presidentes Maduro, Morales, Correa y Dilma Rousseff. Es un hecho que el flamante presidente argentino pedirá la aplicación de la cláusula democrática del Mercosur contra Venezuela. Macri considera que su aplicación se deriva de la existencia de presos políticos en ese país.

Se dice con insistencia que Mauricio Macri proviene de los sectores más conservadores de la derecha, lo que no debe preocupar al Gobierno de Bolivia que ha anunciado casi al mismo tiempo, que emitirá bonos soberanos en la bolsa de Wall Street. Tanto Bolivia como la Argentina necesitan inyectar recursos frescos a sus respectivas economías, no importa de donde provengan. Pero eso no es todo. La presencia de Lilian Tintori, esposa del preso político venezolano Leopoldo López, en el estrado con Macri la noche del triunfo, dice mucho sobre la posición internacional que asumirá su Gobierno.  Macri ha roto el pacto del silencio, de la temerosa aceptación de la región ante continuos atropellos del Gobierno chavista, cuando no del respaldo de la Argentina de los esposos Kirchner, del Brasil de Lula y Dilma Rousseff y del Grupo del Alba, organismo enfocado a los países de América Latina y el Caribe que pone énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social con base en doctrinas de izquierda.

Una de las primeras acciones del Gobierno argentino en el plano regional será confrontar con la Unión de Países del Sur (Unasur). Los voceros macristas han señalado que este organismo es manipulado por los venezolanos y que es inadmisible que ejerzan papel de mediador en las elecciones de los países que conforman el grupo. Y respecto al Mercosur, se sabe que el Gobierno de Macri asumirá un papel crítico basado en el protocolo de Ushuaia que en su artículo 2 señala que adoptará un mecanismo de consultas para aplicar medidas sobre las relaciones de integración contra un Estado miembro cuando en él se produzca “la ruptura del orden democrático”. Como se ve, el papel argentino cambiará radicalmente los acuerdos de integración en los que Venezuela se apoyaba para salir airoso.