Sombras familiares sobre Bachelet

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El primogénito de la presidenta obtuvo tras la reelección de la dirigente un préstamo de 10 millones de dólares para un negocio

Justamente cuando Michelle Bachelet había finalizado su primer periodo legislativo y la opinión pública tenía su mirada puesta en el caso Penta, el escándalo de financiación ilegal que señala sobre todo al partido de derecha UDI, la mandataria chilena ha visto explotar un conflicto incómodo y complejo en la intimidad de su círculo familiar. En un caso conocido como Nueragate, la prensa local ha destapado los negocios millonarios de su hijo, Sebastián Dávalos, de 36 años y director sociocultural de la Presidencia, y su esposa, Natalia Compagnon, unas operaciones supuestamente favorecidas por el uso de información privilegiada conseguida gracias a su posición. En el segundo semestre de 2013, en plena campaña presidencial chilena, el matrimonio realizaba intensas gestiones para conseguir un crédito de 10 millones de dólares para la empresa Caval, de la que Compagnon es dueña en un 50% y en la que Dávalos se desempeñaba como gerente de proyectos.

Ambos habían realizado trámites infructuosos ante distintas instituciones financieras, según la investigación de la revista Qué Pasa, que destapó la trama, pero no tenían éxito dado que su firma era pequeña y no tenía ni trayectoria ni patrimonio. El 6 de noviembre, sin embargo, la pareja logró concertar una reunión con el vicepresidente del Banco de Chile, Andrónico Luksic. El lunes 16 de diciembre, solo 24 horas después de que Bachelet ganara las elecciones, el banco concedió el préstamo. “Sin duda alguna, no todo el mundo tiene acceso para llegar al vicepresidente del banco”, señaló el ministro de Hacienda, Alejandro Micco, cuando a comienzos de semana el Banco de Chile emitió un comunicado para detallar la reunión con Dávalos y Compagnon.

Constituida en febrero de 2012, la empresa Caval Limitada necesitaba los 10 millones de dólares para formalizar la compra de tres fincas en Machalí, a unos 100 kilómetros al sur de Santiago. Es una zona solicitada por las familias acomodadas de la región, cercana a un colegio prestigioso y a un club de polo. El negocio consistía en comprar a bajo precio y luego vender caro, porque se estimaba que las tierras se revalorizarían con la transformación del plan regulador que se discute en la región. Aunque todavía no se ha concretado el cambio de uso de suelo que permitiría la construcción de viviendas, el paso de rural a urbano, esta semana se terminó de sellar el negocio de Dávalos y su esposa: lograron revender y obtener una ganancia, en menos de tres meses de negociaciones, de unos 3,8 millones de dólares.

El caso deja abierta una serie de interrogantes, como las circunstancias que posibilitaron que Dávalos y su mujer lograran ser recibidos en medio de la campaña de Bachelet por el vicepresidente de uno de los bancos más importantes de Chile, que precisamente otorgó el crédito el día después de las elecciones pese a que varias instituciones financieras se habían negado debido al alto riesgo que parecía conllevar la operación. Tampoco se ha clarificado el tipo de información que manejaban el hijo y la nuera de la presidenta y que les permitía asegurar ante sus acreedores que se revalorizarían las tierras compradas después del cambio del plan regulador de Machalí, una decisión que compete al Ministerio de Vivienda y Urbanismo del Gobierno.

Dávalos y su esposa, que se encuentran ahora de vacaciones junto a Bachelet en el sur de Chile, han guardado silencio respecto a este polémico caso que ha puesto al Gobierno chileno en una posición incómoda, según han reconocido los propios portavoces de La Moneda. El Ejecutivo ha optado por dejar el conflicto en manos de Dávalos, que de momento ha presentado una declaración de intereses y patrimonio. “Tiene que responder él”, señaló el ministro del Interior y mano derecha de la mandataria, Rodrigo Peñailillo.