Cuando el petróleo no alimenta estómagos

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ABC

El acuerdo firmado entre el Gobierno del país africano y una compañía británica para iniciar exploraciones vuelve a reabrir el debate sobre el beneficio real del crudo en la población

 

Crudo para engrasar gobiernos. El acuerdo firmado entre el Gobierno de Somalia y la compañía británica Soma Oil and Gas Exploration Limited para iniciar inspecciones petrolíferas en el país africano vuelve a reabrir el debate sobre si este tipo de «encuentros casuales» benefician realmente a la población local.

De acuerdo a un cable diplomático desclasificado con fecha del 20 de junio de 1991 -solo unos meses antes de la declaración de la hambruna-, el por entonces embajador en Yibuti, Richard Barrett, ya tenía pleno conocimiento de que los yacimientos somalíes eran capaces de producir 300.000 barriles de petróleo diarios. Quizá para curarse en salud, dos años después, cuatro de las principales compañías petroleras estadounidenses ya se habían «adjudicado» cerca del 70% del territorio somalí para iniciar perforaciones (una de las compañías perforadoras, Conoco, ofrecía incluso servicios de protección a los oficiales norteamericanos que se movían por la capital del país, Mogadiscio).

No en vano, desde 2006, African Oil cuenta con la exclusividad -junto a sus socios Range y Red Emperor Resources- para la exploración y explotación de los recursos minerales de Puntland (una región semi-autónoma del norte del país). Pese a ello, su interés se centra tan solo en dos yacimientos: Dharoor y Nugaal, cuya capacidad efectiva es más de 5.000 millones de barriles de crudo, según un reciente informe de la empresa Petrotech Engineering.

En este sentido, un análisis del Grupo de Vigilancia de las Naciones Unidas sobre Somalia ya denunciaba que la exploraciones de petróleo podrían exacerbar, aún más, el conflicto en la región.

La experiencia es un grado.

Según cifras del Banco Mundial, pese a que en 2013 África representará el 12 por ciento de los suministros mundiales de petróleo, con un volumen de producción de casi 12 millones de barriles por día, en la actualidad, el continente tan solo consume el 5 por ciento de estas reservas.

Especialmente sangrante es el caso de Sudán del Sur. Como denuncia el William Garjang, ministro de Medio Ambiente de la región de Unity State, la producción de petróleo en el país africano se ha aminorado en una cuarta parte desde su independencia hace dos años (no son números menores, el 98% del presupuesto de Sudán del Sur se basa en la extracción de petróleo).

Recientemente su vecino norteño también reconocía que su producción de crudo se había reducido a los 117.900 barriles diarios (cuando la conjunta entre ambos territorios ascendía a 459.900).

No obstante, continúa el enriquecimiento de las clases dirigentes. Según el Tribunal Penal Internacional, el presidente de Sudán (del norte), Omar al Bashir, cuenta con cerca de 9.000 millones de dólares, solo, en cuentas bancarias en el Reino Unido. De igual manera, su homólogo sursudanés, Salva Kiir, firmó a finales de abril de 2012 un préstamo con el Gobierno chino cercano a los 8.000 millones. A día de hoy, la población local no ha visto ni un solo céntimo.

El caso de Nigeria

Sin embargo, las miserias de la lucha por el petróleo no se limitan a «los Sudanes».

Pese a producir cerca de 2,5 millones de barriles de crudo al día, ante la ausencia de refinerías eficientes, Nigeria importa prácticamente la totalidad del combustible que consume, sobre todo, desde Estados Unidos.

Obiageli Ezekwesili, economista y co-fundadora de Transparency International, calcula que hasta 400.000 millones de dólares en ingresos petroleros han sido robados o malgastados desde la independencia del país en 1960. No resulta extraño, por tanto, que su organización haya situado a Nigeria en el puesto 137 de las 174 naciones más corruptas del mundo.

Y la población comienza a cansarse de esperar sentada a un cambio de variable. En enero de 2012 y durante ocho días, el Gobierno de Nigeria se enfrentó a su particular «primavera árabe» después de que el presidente, Goodluck Jonathan, eliminara el subsidio al carburantes. Durante aquellos días, el coste al litro pasó de los 65 naira (31 céntimos de euro) a los 140 naira (68 céntimos), sumergiendo al país en una cruenta huelga general.

Finalmente, el precio final de la gasolina quedó estimado en 97 naira por litro (cerca de 47 céntimos de euro). Medida ciertamente irracional en un país donde la mayor parte de la población sobrevive con apenas dos dólares al día.

Aunque más sangrante fue, que solo cuatro meses después -en mayo-, un informe del Parlamento nigeriano revelara la «corrupción endémica y la ineficacia arraigada» que había sufrido este régimen de subvenciones al combustible en los años anteriores. En el documento se denunciaba cómo, entre otras cuestiones, la mala gestión y el robo de combustible por parte de los funcionarios del Gobierno costaron cerca de 5.500 millones d euros en tres años, alrededor de un cuarto del presupuesto anual del país.

Eso sí, usted lector no espere que la clase dirigente sufra las mismas carencias. Ni en Nigeria, ni en el resto del continente.

A pesar de que la renta per capita de República del Congo es de tan solo 3.300 dólares anuales, en 2011, la organización Transparencia Internacional denunciaba que su presidente, Denis Sassou Nguesso, contaba en Francia con 18 residencias y 112 cuentas corrientes (en algo habrían ayudado los cerca de 274.000 barriles al día de crudo que produce el país).

Y ante tal influencia educativa, los hijos del petróleo regionales parecen haber aprendido la lección de sus mayores: enriquecimiento gubernamental por encima del populacho.

Ghana, quien recientemente se ha incorporado a la «Generación X» del crudo, con una producción diaria de alrededor de 70.000 barriles por día, cuenta con una renta per capita de apenas 1.560 dólares. Mientras, en Uganda -país también perteneciente a esta nueva familia de productores-, su presidente, Yoweri Museveni, se perpetúa en el poder desde hace más de dos décadas. Un cargo que, a buen seguro, ayudarán a dilatar ahora los cerca de 20.000 barriles de crudo al día de los que dispone para él solo.

Así que ante estas cifras, no esperen ninguna manifestación de júbilo en Somalia por el reciente hallazgo de crudo. Hace ya tiempo que el petróleo no alimenta estómagos.