El regreso del rey dólar a Latinoamérica

0
282

El cambio decoyuntura económica que vive la región (desaceleración) se refleja en muchos aspectos. Uno de ellos es el de la creciente fortaleza del dólar y la consiguiente debilidad de las monedas latinoamericanas.

La caída de los precios de las materias primas, la desaceleración de China y las dificultades de la UE por Grecia contribuyen a que se fortalezca el dólar. Además, el mundo está a la espera de la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) estadounidense.

De hecho, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, ha confirmado que “si la economía estadounidense evoluciona según lo previsto, la situación económica justificará en algún momento del año un aumento de los tipos de interés y comenzar así a normalizar la política monetaria”.

América latina ante la escalada del dólar

Estas palabras refuerzan al dólar como moneda de referencia y, por ende, debilitan a las monedas latinoamericanas y a los países como receptores de inversiones.

“El denominador común es que todos (los países latinoamericanos) recibieron fuertes flujos de inversión debido a la flexibilización cuantitativa en EE.UU.”, dijo Benito Berber, estratega para América latina de Nomura Securities a The Wall Street Jounat. “Aun si el alza en EE.UU. es gradual, el escenario es de debilidad continuada para las monedas”.

De hecho, el peso mexicano se ha depreciado un 7.67% ante el dólar en lo que va del año al cotizar ya en 16.00 pesos por unidad, el peor nivel de su historia.

Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, ha tratado de restar importancia a esta situación: “Por lo que en términos efectivos, tomando en cuenta múltiples divisas, el peso mexicano no se ha depreciado tanto como parecería estarse depreciando. Lo que pasa es que nosotros tenemos la costumbre y que además es muy entendible por la interconexión con la economía de Estados Unidos, de estarnos fijando en la cotización contra el dólar, pero contra el euro y el yen, por ejemplo, nos hemos apreciado”.

Lo que ocurre en México tiene su paralelismo en el resto de la región donde las principales monedas sufren una clara depreciación frente al dólar.

Así, la moneda estadounidense continúa su escalada con respecto al peso chileno y está en lo más alto de esta década: el tipo de cambio se ubicó en máximos de $ 653,80 comprador y $ 654,10 vendedor, lo que supone una subida de $ 2,8. Se trata del nivel más alto para el tipo de cambio desde el 10 de diciembre de 2008 cuando alcanzó los $ 664,6.

En Argentina, el precio del dólar informal ha vuelto a dispararse presionado por una mezcla de factores estacionales y macroeconómicos a los que se suma la incertidumbre sobre el rumbo que tomará la economía con el cambio de Gobierno que se producirá en diciembre.

El denominado “dólar blue” tocó un nuevo máximo en lo que va del año, 15,10 pesos por unidad, un 65 % por encima de la cotización en la plaza formal, a la que los argentinos tienen restringido el acceso desde finales de 2011.

El dólar en el mercado informal, considerado ilegal por el Gobierno, retrocedió 20 centavos por falta de operaciones, pero aún así se mantiene en uno de los valores más altos del año y acumula una variación positiva del 7,6 por ciento.

La disparada del dólar se siente también en Brasil, que enfrenta una economía “frágil”, con la inflación disparada, previsiones de contracción del 1,4 % en 2015, alza constante en los tipos de interés y donde la depreciación del real acumula en lo que va del año un 21,29 % respecto a la denominación estadounidense. En 2014, cayó 13%.

El dólar “fuerte” en Brasil ha ayudado a compensar, en parte, la retracción de la industria y mantener el nivel de ingresos de las exportaciones pese a la reducción del volumen vendido al exterior en ciertos sectores afectados también por la baja de los precios.

En Colombia, el dólar, que cerró el miércoles a 2.790,98 pesos para la venta, regresó en julio a los niveles de 11 años atrás cuando se cotizaba a 2.690,09 pesos y se espera que antes de finalizar el año rompa la barrera de los 2.900 pesos.

El presidente de BTG Pactual Colombia, Armando Montenegro, dijo a Efe que sin “un choque externo importante”, con efectos directos, “el dólar llegará a los 2.900 pesos antes de final de año y en 2016 rondaría los 3.000 o 3.200 pesos”, en gran parte por la variable que representa el valor del petróleo.

Por su parte, el peso uruguayo se depreció un 0,71 % frente al dólar al término de las operaciones de la jornada en el mercado de cambio libre de Montevideo, con un precio para la divisa extranjera de 28,15 pesos para la venta y de 27,35 para la compra.

El presidente del Banco Central de Uruguay (BCU), Mario Bergara, dijo que el fortalecimiento del dólar y el sostenimiento de una “demanda doméstica firme” generan presiones inflacionarias y un contexto en el que bajar la inflación “es bastante complicado”.

En Paraguay, en tanto, el guaraní se mantiene estable frente al dólar, y en Perú, el sol ya ha sufridouna devaluación del 7,26 % de la moneda local en lo que va de año.

La moneda de Ecuador y Panamá es el dólar estadounidense, mientras que el boliviano, en Bolivia, y el bolívar, en Venezuela, tienen controles de cambio por parte de los Gobiernos de esos países.

En Cuba, a su vez, el dólar estadounidense fue eliminado de la circulación en 2004 y tiene una cotización fija equivalente al peso convertible cubano (CUC).

Los pros y los contras de la escala del dólar

La devaluación o depreciación de las monedas latinoamericana tiene sus pros y sus contras. Favorece las exportaciones pero a la vez encarece las importaciones lo cual agrava el riesgo de procesos inflacionarios.

Como recuerda en el diario El Universal, Rubén Castro, “si bien quedaron atrás las antiguas devaluaciones acompañadas con inflaciones de golpe, las depreciaciones constantes no están exentas de incrementos en los precios al consumidor, en parte porque resultan afectados los precios de los bienes y servicios importados, según reconoce el propio Banxico”.

Al menos a corto plazo, se es más competitivo ya que “un dólar fuerte mejora la competitividad y mejora los ingresos de los productores industriales, agropecuarios y de servicios del país”, dijo el presidente Juan Manuel Santos en una entrevista con El Tiempo.

Sin embargo, las depreciaciones benefician solo temporalmente a las exportaciones, ya que la  volatilidad genera incertidumbre lo cual afecta a los emprendimientos.

Como llegó a admitir el propio ministro peruano de Economía, Alonso Segura,  “somos hipersensibles” al tipo de cambio: “El tipo de cambio de Perú es bastante más estable que en cualquiera de las otras economías de la región y esto sigue siendo así, aquí somos hipersensibles en materia de tipo de cambio”.

Algunos países pueden verse tentados a pensar que la depreciación va a impulsar una exportaciones que está en época de ralentización de capa caída. Sin embargo, la devaluación no es un atajo para no hacer reformas estructurales y para ganar en productividad y competitividad.

“Es evidente que el peso está muy presionado ya no se ve que vaya a bajar de los 15 pesos, la depreciación suele favorecer a las exportaciones, pero estas se pactan a crédito y además no es el único elemento que las ayuda sino la competitividad, la eficiencia en costos en producción y los tiempos de entrega”, puntualizó el socio director de la consultoría Antón Rioja y especialista en comercio exterior, Alberto Ruiz a El Economista.