Venezuela amenaza la paz

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Las repercusiones sobre la movida venezolana, el contragolpe de Maduro contra la democracia, acaparan todas las mentes y a los líderes políticos de varias latitudes. Los Estados Unidos mantienen invariable su decisión de seguir comprando petróleo venezolano, leído como un apoyo implícito al “dictador” que Gobierna el país caribeño a plan de bala para evitar dejar el poder. Patrick Duddy, último embajador norteamericano en Venezuela antes de ser expulsado por Hugo Chávez en solidaridad con el presidente boliviano Evo Morales que antes había expulsado al representante diplomático de EEUU de La Paz, dijo que la crisis puede irradiar presencia en los países vecinos. La carta está servida para las más grandes especulaciones. De momento lo que hay es una ola de violencia a medida que el mandatario ha puesto a su pueblo contra la pared; con una crisis alimentaria y el presagio de una descomposición mayor si se cumpliera la promesa de Donald Trump de bloquear económicamente al régimen de Maduro.

El domingo 30 de julio, el oficialismo organizó una jornada electoral en la que se eligieron a 545 asambleístas, encargados durante el tiempo que les tome de reformar  la constitución.  La votación fue boicoteada por la oposición, que en lugar de presentar candidatos se volcó a las calles para protestar por lo que consideran “un autogolpe de Estado” en una jornada que sumó, 10 muertos que se suman al conteo de 124 muertos en cuatro meses. Según la autoridad electoral, la participación rondó el 41%, pero la oposición dice que ni fue mayor al 12%.

 

Las dudas de la elección

La oposición y diversos analistas han puesto en duda los resultados oficiales porque, en medio de una aguda crisis económica, Maduro ha ido perdiendo apoyo de los 7,5 millones que lo eligieron en 2013, a la muerte de su antecesor Hugo Chávez. Dos años después de su ascenso a la presidencia, en 2015, hubo elecciones parlamentarias en Venezuela y el oficialismo perdió cerca de 2 millones de votos. Ahora, según una reciente encuesta de la firma local Datanálisis, Nicolás Maduro encontró en julio su nivel más bajo de aceptación: 17,4%.

Por eso, la oposición considera “imposible” que los candidatos hayan podido igualar la mayor votación histórica del chavismo, que obtuvo el fallecido Hugo Chávez, en las elecciones presidenciales de 2012. Los adversarios de Maduro, junto a la sociedad civil, organizaron a mediados de julio un plebiscito simbólico en el que 7,5 millones de venezolanos rechazaron la Asamblea Nacional Constituyente, según cifras de la oposición. Mientras tanto, Venezuela atraviesa la peor crisis de su historia reciente, con una inflación de tres dígitos, recesión económica y escasez de alimentos y medicinas, así como la presión de organismos internacionales que acusan una creciente crisis de derechos humanos.

Por ejemplo, Nicolás Maduro adelantó que uno de los objetivos de la nueva Asamblea Nacional Constituyente es crear una “comisión de la verdad” para dar con los responsables de la violencia que ya ha cobrado la vida de al menos 124 personas, algo que la oposición ve como una “cacería de brujas” que aumentará los “presos políticos”. La instalación de la Asamblea Nacional Constituyente ha generado un rechazo inédito en América Latina: 12 países de la región han dicho que desconocerán el nuevo parlamento. Estados Unidos fue más allá e impuso sanciones contra Nicolás Maduro, a quien se le congelaron sus activos en suelo estadounidense. Una medida ilusoria pues nadie cree que Maduro tenga activos en el Norte, a no ser algunos detenidos cercanos a su esquema por narcotráfico.

El número de países que han dicho que no reconocerán a la Asamblea Nacional Constituyente por el momento supera claramente a los que han mostrado su apoyo o pedido públicamente no intervenir en los asuntos internos del país. Y aunque el presidente Nicolás Maduro se ha mantenido desafiante, el apoyo de países como Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua difícilmente podría compensar por las posibles sanciones que esos otros países pudieran anunciar.

La pregunta es si el mandatario venezolano conseguirá nuevos apoyos para hacer frente a otras sanciones que pueda anunciar Washington y romper la amenaza de un mayor aislamiento internacional. Efectivamente, la lista de críticos de la Constituyente convocada por Maduro va mucho más allá de EEUU e incluye a verdaderos pesos pesados de la región como México, Brasil y Argentina, además de Chile, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Canadá, Suiza, España y la misma Unión Europea. Y tal como está el mapa geopolítico internacional en la actualidad, Venezuela inevitablemente tendrá que mirar a China y Rusia, pero también a India.

Rusia: apoyo político y moral
En una de las primeras señales de apoyo internacional, el Kremlin respaldó la instalación de la Constituyente y criticó a los países que cuestionaron o no reconocieron los resultados de la votación. Un comunicado del Ministerio Relaciones Exteriores de Rusia acusa a los países que presionan al Gobierno de Venezuela de “fortalecer la presión económica sobre Caracas” y de profundizar la polarización.

Pero analistas internacionales consideran que el Gobierno venezolano debe esperar un limitado apoyo material de Rusia. “Rusia ve lo que pasa en Venezuela como otro esfuerzo por provocar otra ‘revolución de color’, como las de Ucrania y Georgia, y por eso va a apoyar a Maduro y al Gobierno venezolano hasta el final”, afirmó el editor de la BBC Ismailov.  El mismo analista  asegura que Rusia no tiene mucha capacidad para apoyar a Venezuela económicamente. Así que lo máximo a lo que Caracas podría aspirar es a una reestructuración de su deuda o, en el mejor de los casos, su condonación a cambio de un mayor acceso para las empresas rusas”. Esa deuda, estimada en poco más de mil millones de dólares, palidece en comparación con los US$65.000 millones que se calcula que Venezuela le debe a China.

Y, a diferencia de China, Rusia también negoció como colateral una importante participación en CITGO -la refinería y comercializadora de derivados del petróleo de PDVSA en EE.UU.-, según recordó Álvaro Méndez, un experto en las relaciones entre China y América Latina de la prestigiosa London School of Economics (LSE).

China: pragmatismo y prudencia
Los US$65.000 millones de dólares que Venezuela le debe a China no son una cifra para nada despreciable y dan testimonio de lo mucho que se han estrechado lazos entre ambos países en los últimos años. Pero también son la causa de que el mercado chino no sea una verdadera alternativa para el petróleo venezolano en caso de que los Estados Unidos decida prohibir la importación de crudo del país sudamericano. Las exportaciones de crudo desde Venezuela hacia el gigante asiático no generan más ingresos para el país pues se destinan al pago de esa gigantesca deuda. “Y no estoy seguro de que China la quiera perdonar”, dice Méndez, autor del libro “El eje China – América Latina: mercados emergentes y su rol en un mundo cada vez más global”.

Por lo pronto, ante las dificultades de pago de Caracas, China ya había ido reduciendo el volumen de sus préstamos a Venezuela, pero sin cambiar su estrategia significativamente. Aunque en junio del año pasado el diario Financial Times reportó que representantes informales del Gobierno chino se habían reunido con los legisladores de la oposición para tratar de garantizar el pago de su deuda en caso de un cambio de Gobierno. “China se va a mantener al margen, si acaso enviará mensajes privados”, insiste Méndez. Lo que sugiere que China hará lo que considere que tenga que hacer para proteger sus intereses, pero de forma discreta y prudente.

India: distancia y silencio
Las varias visitas de Hugo Chávez a India han hecho que muchos en ese país estén pendientes de lo que ocurre en Venezuela.

Y según la ex embajadora Neelan Deo, cofundadora del Consejo Indio sobre Relaciones Globales Gateway House, además de los simpatizantes de izquierda hay otros dos grupos que siguen con especial atención los acontecimientos: la industria del petróleo y la industria farmacéutica.

“Venezuela se ha vuelto un mercado muy importante para las compañías farmacéuticas indias, aunque muchas se han visto afectadas por los retrasos en los pagos”, dice Deo.
Las exportaciones de crudo venezolano hacia la India se han convertido en una de las principales fuentes de divisas del Gobierno de Nicolás Maduro, aunque según Deo esa factura “se ha reducido a la mitad” como producto de la caída de los precios internacionales del crudo.

India, sin embargo, sólo comenzó a importar petróleo como resultado de las sanciones internacionales en contra de Irán, que ya fueron levantadas.
Deo no avizora una reducción drástica de las importaciones procedentes de Venezuela, la nueva situación ciertamente podría terminar dificultando el crecimiento de las mismas. La exdiplomática india, en cualquier caso, tampoco anticipa pronunciamientos oficiales del Gobierno de su país sobre el tema de la Constituyente venezolana.  “Creo que no ven la utilidad de tomar una posición al respecto si no pueden hacer nada para mejorar las cosas”.

Este panorama es un cataclismo en la medida que ya nadie, grande o chico, podrá minimizar sus efectos.