Atrapar a grandes capos del narco no acaba con la violencia, la empeora

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Foto: Pin IT

Durante más de una década, la principal estrategia de los gobiernos mexicanos contra el tráfico de drogas fue atrapar a los grandes líderes de carteles.

Pero el resultado ha sido muy distinto al esperado.

La táctica de concentrar las operaciones en la detención de capos provoca divisiones y guerras internas en las organizaciones, advierten especialistas.

También causa disputas por territorios o mercados de droga, e indirectamente fomenta el incremento de otros delitos, como el robo de combustible, extorsión y tráfico de personas.

Como resultado, la estrategia -aplicada en México desde 2006- empeoró la situación del país, afirma Juan Alberto Cedillo, autor del libro “Las guerras ocultas del narco”.

La captura de un capo nunca detiene el narcotráfico, al contrario, provoca más violencia”, le dice a BBC Mundo.

“Cuando un líder es capturado, ya hay por lo menos diez en la organización esperando sucederlo”.

Nada cambia

Eso lo saben bien en los carteles de drogas. En 2010, el periodista Julio Scherer García entrevistó a Ismael Zambada García, alias “El Mayo”, líder del Cartel de Sinaloa.

Su nombre fue mencionado con insistencia en el reciente juicio contra Joaquín “El Chapo”Guzmán, declarado culpable de diez cargos de narcotráfico.

Zambada contó lo que sucedería si algún día “decido entregarme para que el gobierno me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos”, se publicó en el semanario Proceso.

“Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.

-¿Nada, caído el capo?, preguntó Scherer.

-El problema del narco implica a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.

Por lo pronto, el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que la estrategia de seguridad de su gobierno no se enfocará en capturar a líderes del crimen organizado.

“Esa no es nuestra función principal”, dijo a periodistas el 30 de enero. “Ya no es la estrategia de los operativos detener a capos. Lo que buscamos es que haya seguridad”.

Violentas divisiones

En Estados Unidos, la táctica de concentrar las acciones en detener a líderes de carteles se llama kingpin strategy, la estrategia del capo.

Pero la misma es cuestionada en países como México o Colombia, donde se ha utilizado con más frecuencia, porque sólo provoca más violencia.

El caso mexicano es un ejemplo. Desde 2006 cuando el entonces presidente Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico, cientos de capos y lugartenientes han sido capturados.

Su sucesor Enrique Peña Nieto mantuvo la misma política, e inclusive su gobierno estableció una lista de los 122 delincuentes más buscados del país.

La mayoría, dijo al finalizar su administración, fueron detenidos. Pero la violencia alcanzó niveles históricos.

En 2018, se cometieron más de 33.000 homicidios violentos, el número más alto desde la Guerra Cristera que concluyó en 1932.

Enfocar la estrategia en capturar a los líderes fractura a las organizaciones y provoca más violencia, como ocurrió con el Cartel del Golfo, recuerda Cedillo.

Tras la extradición de su líder, Osiel Cárdenas Guillén en 2005, empezó una cruenta disputa por el Cartel que todavía se mantiene.

De esa división nació el grupo de Los Zetas, considerado durante varios años el grupo criminal más violento de México y Centroamérica.

La organización prácticamente fue desarticulada por operaciones militares. Algunos de los sobrevivientes se dedicaron entonces al robo de combustible, conocido como “huachicoleo”.

Eso generó una nueva espiral de violencia, pues en algunos estados surgieron otras bandas que disputaron el control de los ductos con hidrocarburos.

Nuevas drogas

Mientras, el narcotráfico a Estados Unidos no cesa, inclusive con nuevas y más peligrosas drogas.

Un ejemplo ocurrió el 31 enero, cuando se acercaba el final del juicio a “El Chapo”.

En Arizona el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos confiscó un cargamento de 294 kilos de fentanilo.

Cuando un líder es capturado, ya hay por lo menos diez en la organización esperando sucederlo”.

Juan Alberto Cedillo

La sustancia, un opioide analgésico similar a la morfina pero 50 veces más potente, causa la muerte por sobredosis a nueve personas al día según autoridades estadounidenses.

Días después, el dos de febrero, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) de México confiscó 250 kilos de cristal, heroína y fentanilo en San Luis Río Colorado, Sonora, en la frontera con Estados Unidos.

Estos casos son una muestra de que los carteles mexicanos de drogas sobreviven a la captura de sus líderes, coinciden especialistas.

Entonces, ¿por qué mantener la estrategia de perseguir a los capos?

Guadalupe Correa Cabrera, profesora asociada en la Escuela de Política y Gobierno Schar de la Universidad George Mason, lo ve como una consecuencia de la forma como el gobierno de Estados Unidos entiende el problema.

Es decir, dijo al programa The Takeaway de la Radio Pública de Nueva York, las autoridades estadounidenses creen que es sólo un asunto del suministro de drogas de los carteles.

“Es en lo que las agencias de Estados Unidos se enfocan, porque es lo que tienen en sus presupuestos” aseguró.

“Si tienen esos objetivos todo el tiempo la estrategia de capos es muy buena para la DEA porque siempre va a tener esos objetivos para perseguir”.

Pero en realidad “la adicción no termina en Estados Unidos y las drogas siguen llegando en enormes cantidades”.

Impunidad

¿Se debe entonces cancelar entonces la persecución de capos?

No, responde Alberto Islas, director de la consultora en seguridad Risk Evaluation.

Capturar a los líderes de organizaciones es una tarea que debe cumplirse, pero no es lo único.

“Debe haber estrategias integrales contra la delincuencia organizada”, le dice a BBC Mundo. “Atrapar a los capos es sólo una parte”.

La otra, dice, es combatir las ganancias de los carteles, mejorar la protección de las fronteras y sobre todo erradicar la impunidad que existe en los casos de homicidios.

“La violencia sigue en el país porque hay impunidad y no existe suficiente capacidad de investigación”.