Una historia de Ratones y Queso

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El resultado final del Referéndum con la victoria del No, ha introducido nuevos elementos de análisis a la luz de la innegable modificación del espectro político en el país. Varios condimentos surgen a la hora de encarar una mirada crítica y equilibrada en torno a lo que puede acontecer de aquí en más, y a la estrategia preelectoral que desarrollará tanto el partido de Gobierno como el conjunto de partidos, agrupaciones y colectivos que se sitúan en oposición a él. En todo caso, la mirada ya está puesta en el año 2019, bajo el pronóstico de que con Evo legalmente fuera de carrera, las posibilidades para que el MAS se reedite en el poder, se reducen. Al ser así y al entender que así puede acontecer, el MAS ha abordado un franco proceso de reestructuración de sus líneas partidarias más influyentes, a fin de potenciarse con el propósito de no perder el control del Estado. No olvidemos que en evidente yerro, el Ministro Choquehuanca ha trazado línea al aseverar que “personas como nosotros tienen que estar en Palacio de Gobierno y en las instituciones, gente con nuestro rostro”.

No es extraño por tanto, que ahora se esté hablando de un “segundo tiempo del Referéndum”, utilizando para ello el discurso de que son grupos sociales los que opinan que así debe ser. Lo  cierto es que el comportamiento que el partido oficialista exteriorizará de aquí en adelante permitirá entender primero, cómo reorganizarán sus cuadros ante el deterioro de su discurso y, sobre todo, para qué lo harán, si para buscar mantener a Evo en la presidencia o para buscar un sucesor serio y, segundo, cómo harán para nuevamente acomodarse en sectores de clase media donde predomina un divorcio in crescendo.

Por ello, probablemente ya esté pasando por la cabeza de los estrategas del masismo el plan para hacer sostenible moral, ética, legal y políticamente “el segundo tiempo del Referéndum” con interpretaciones constitucionales a la medida. Todo es posible en política cuando quienes la practican creen firmemente que el poder, una vez conseguido, no debe ser devuelto. En todo caso, mucho de lo que vaya a animarse hacer el MAS dependerá del desenlace de varios casos de corrupción; de la gestión en términos económico y financiero; de la crisis económica que se avecina y del soberano en términos de tolerancia al discurso y statu quo socialista, estalinista e indigenista.

Hasta que el panorama quede clarificado, existe un tema de trascendental importancia que merece atención y cuidado. La auditoría del padrón electoral. El TSE ha anunciado llevar a cabo esa tarea en coordinación con la OEA y Unasur. El ratón no puede cuidar el queso dice el dicho, o lo que es lo mismo, el TSE no goza de credibilidad suficiente para encarar ese trabajo sin la existencia de una serie de elementos externos que otorguen certeza a sus actos. Exceptuando el trabajo y comportamiento ejemplar de Katia Uriona, las dudas sobre los ciudadanos Exeni y Costas por ejemplo, por supuestos lazos con el Gobierno, comprometen su accionar  como árbitros electorales. No olvidemos que la OEA y Unasur son entes políticos que responden a los Gobiernos que los financian, por lo que su participación podrá ser únicamente de enlace con el organismo o empresa en el mundo que acredite solvencia profesional e institucional en el campo de la auditoría.

En palabras sencillas, el ciudadano boliviano merece contar con un padrón electoral que sea fiel reflejo de la realidad y que garantice la dicotomía “una persona, un voto”, a fin que quede transparentado el verdadero universo de electores. Nada servirá, ningún discurso se justificará y  ninguna acción valdrá la pena afrontar, sino somos capaces de exigir y contar con un padrón donde los muertos no estén vivos y voten, los vivos voten una sola vez y donde las actas no sean adulteradas.