La unidad imprevisible del MAS – IPSP

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Una oposición descabezada difícilmente le hará frente a un Gobierno que ha sido lo suficientemente fuerte en los últimos 10 años y que tiene como objetivo permanecer en el poder al menos otros cinco. No es casual que las organizaciones sociales que sustentan apoyo incondicional al presidente Morales hayan manifestado su deseo de que este proyecto político no se agote. Primero fueron los sectores campesinos quienes expresaron abiertamente sus empatías con el proceso de cambio. A cuenta de ellos, se convocó al Referéndum del 21 de febrero este año; a pedido de las organizaciones campesinas aglutinadas en torno a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Tras conocerse el resultado adverso, que no ha sido el momento cúspide del Gobierno, son ahora los cocaleros del Chapare que plantean la permanencia de Evo en el poder.

Pero el deseo voluntarista de las organizaciones de base que plantean la reelección, no es todo; ni son todas las fuerzas que deberán permanecer unidas hasta la fecha de las siguientes elecciones en 2019, en caso de plantearse un nuevo Referéndum que sustente la legalidad de otro mandato para el presidente Morales. Aunque  esta posibilidad es a ciencia cierta cada día es más remota. Evo también ha advertido que hacerlo sería caer en una trampa que lo inhabilitaría a candidaturas futuras.

No todo lo que se ha visto en los últimos meses apunta a la unidad y a lo que diga el “jefe”. Las pugnas al interior del esquema del oficialismo se han vuelto el pan amargo del día que mueve una serie de reflexiones entre quienes aun creen en la unidad monolítica en torno al proyecto político que dio sustento al actual proceso; quienes ven con lamentaciones prematuras que el sustento ya no solo depende del presidente. Varias fuentes cercanas al palacio quemado señalaron su preocupación porque cada día que pasa surgen los “traidores” al proceso.

Uno de los pocos aliados fieles es el vicepresidente García Linera. Ha salido él a contener las propias palabras del presidente que en una suerte de clamor de multitudes ha señalado que no será nuevamente candidato en las elecciones generales cuando culmine el actual periodo constitucional. El vicepresidente sabe que sin Evo cualquier elección incluso gozando de las mieles del poder, que a veces lo puedo todo, no será suficiente para reproducir el poder, sea quien sea el candidato. García Linera es un factor clave en la estrategia, pero incluso él ha comenzado a esconder en público lo que se vive a diario en las esferas oficialistas. Quizá el propio vicepresidente sea el elegido para formatear la continuidad al proceso, pero él sabe que, como lo ha transmitido el mismo Evo, es mejor no hablar nada hasta el 2018. En esa amalgama de incontenibles deseos han comenzado a moverse algunos dirigentes a los que probablemente Evo apunta desde ahora como responsables por destruir la revolución.

El síndrome sucesorio hace presa de algunos dirigentes tratando de convertirse sin meritos en los sucesores de la continuidad. Las fuentes con las que conversó dat0s explican que han comenzado a circular encuestas internas de aprobación y popularidad que les dé el espaldarazo en una eventual carrera sucesoria. La preocupación, la de las fuentes, plantea traición a los conductores del MAS-IPSP, negociaciones espurias y pugnas internas.

Y Evo lo sabe y lo ha dejado trascender en algunas intervenciones aisladas que dejan de serlo por el vigor que alcanza la cobertura de sus declaraciones. Hace poco, en una concentración campesina -donde el mandatario se reserva el derecho a decir muchas verdades que sacuden a quienes trabajan desde las sombras- ha manifestado que la envidia y la codicia surgidos entre sus filas puede resultar en un retroceso de los 10 años de proceso de cambio que viene llevando adelante su Gobierno. El jefe de Estado ha pedido a sus correligionarios a trabajar de manera coordinada en beneficio del país y dejar de lado las pugnas. “Aquí es todo coordinar transparentemente, informarnos, reconocer nuestros errores y cómo aportar todos y todas, si tenemos garantizadas tantas inversiones y vamos a seguir garantizando inversiones, pero por qué las pugnas internas, no entiendo“, se pregunta el presidente.

 

Las palabras estaban dirigidas a un ala de sus militantes, los que se han encargado de ganar indulgencias por querer saltar a su lugar tomando las banderas que él mismo Evo se ocupó de flamear desde cuando dijo que no volverá a buscar la reelección. Las fuentes del oficialismo con las que conversó  dat0s mantienen una cerrada preocupación por el futuro no solo del partido sino de cómo encarar un proceso electoral sin la imagen insustituible de Evo. Hay varias versiones que corren y que han hecho carne en las últimas semanas de octubre. Se dice inclusive que las encuestas que se elaboran a encargo y que han llegado a las manos de Evo, están agotando su paciencia. Por eso, se ocupa en trazar una línea divisoria citando palabras duras contra los promotores de esta corriente.

 

Morales se dirigía específicamente a los militantes y a las autoridades electas por el MAS-IPSP cuando señaló que “la envidia, la codicia o la ambición pueden dar un retroceso a nuestra revolución“. Pero el pedido que hace el mandatario genera resistencia en la ambición de algunos en desmedro de la unidad que señala el mandatario.  La preocupación a la que se enfrentan los militantes masistas -sin ambiciones de liderar una formula presidencialista- hace foco con la envidia, codicia  y ambición que pueden echar por la borda lo conquistado hasta ahora. Los 10 años a los que hace referencia el presidente Morales.